Como superar la Perdida de un ser Querido Bíblicamente

Cuando fallece un ser querido, queda en nosotros un sentimiento de soledad y desconcierto. Al pensar que algún día vamos a experimentar la muerte, también nos llenamos de desasosiego.

Muchas preguntas vienen a nuestra mente:
¿Qué pasa con los que mueren? ¿Acaba todo con la muerte? ¿Hay algo nuestro que sobreviva a este desenlace tan dramático? ¿Volveremos a reunirnos con los seres que amamos?

Pues bien, la Biblia, que contiene la Palabra de Dios, nos da respuestas esperanzadoras:
Acá te dejamos solo dos tips para tus preguntas.

1.NO TODO ACABA CON LA MUERTE FÍSICA

Perece nuestro cuerpo, pero nuestra alma. Nuestro espíritu no deja de existir, pues es inmortal.
El Eclesiastés nos introduce en este misterio, invitándonos a tener en cuenta “al Creador en los días de la juventud” (Ecl 12, 1), “antes de que regrese el polvo a la tierra de donde vino, y el espíritu regrese a Dios, que lo dio” (Ecl 12, 7).

Esto está en plena armonía con lo que nos enseña Jesús en el Nuevo Testamento, cuando nos cuenta la parábola del hombre rico y Lázaro, el pobre (Lc 16, 19-30): “Un día el pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham” (Lc 16, 22). De Lázaro, Abraham, nuestro padre en la fe, nos dice que “él está aquí consolado” (Lc 16, 25c).

Resulta muy estimulante la manera en que concluyó la vida de Esteban, el primer mártir cristiano:
«Mientras lo apedreaban, Esteban oraba así: -Señor Jesús, recibe mi espíritu. Luego cayó de rodillas y gritó con voz fuerte: -Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y dicho esto, murió (Hch 7, 59-60).»

2.LA MUERTE FÍSICA ES TRANSITORIA: ¡RESUCITAREMOS!

La muerte física es dolorosa. Nuestro Señor lloró ante la muerte física de su amigo Lázaro (Jn 11:35-36), a quien amaba entrañablemente (Jn 11:36). Pero ante el drama que supone la muerte de un ser querido, Jesús se nos presenta como la resurrección y la vida.

«Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que esté vivo y crea en mí, jamás morirá. ¿Crees esto? »

Juan 11:25-26

Por eso no hay lugar para una tristeza sin esperanza:

«No queremos, hermanos, que permanezcan ignorantes acerca de los que ya han muerto, para que no se entristezcan como los que no tienen esperanza. Nosotros creemos que Jesús murió y resucitó, y que, por tanto, Dios llevará consigo a los que han muerto unidos a Jesús (1Tes 4:13-14).»


De ahí la importancia que los hijos de Dios, donde escuchamos la Palabra de Dios y nos alimentamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo, pues esto nos permite estar unidos íntimamente a Jesús y nos posibilita nuestra futura resurrección:

«El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él. Como el Padre que me envió posee la vida y yo vivo por él, así también, el que me coma vivirá por m»

Juan 6:54-57

Consuelo y Fortaleza.

Estas respuestas esperanzadoras que nos da la Palabra de Dios, deben proporcionarnos consuelo y fortaleza en los momentos de duelo por el fallecimiento de un ser querido y serenidad y confianza ante la perspectiva de nuestro propio fallecimiento.